"Ojalá que todo el ambiente que respiramos tuviera sabor a Navidad". Así me respondía una persona amiga hace muy pocas horas. Y me fue enumerando infinidad de "desastres" que se están asomando a los primeros días del año. Sólo mencionaré "uno", el que más me ha impresionado desde que fue anunciado. Está claro, me refiero a la subvención de los 462 euros que dejarán de percibir cientos y cientos de personas (sé que son miles...) del paro prolongado.
¿SABOR A NAVIDAD?
Y por otra parte los sueldos -SUELDAZOS- que perciben ciertas personas -les daré este nombre de personas-, frente a la nada de esos pobres parados "sine die". La verdad que hay que armarse de mucha paciencia y educación para no insultar y llamar de todo a un nutrido rebaño que pulula a costa de millones de sufridores.
Suelo apelar con frecuencia a la "ÉTICA" en el desempeño de multitud de funciones en la vida social o humana. ¿Sabrán muchos de nuestros "guardianes" lo que significa ÉTICA? ME TEMO QUE NO.
Tampoco les interesa saberlo. Así sus conciencias no chirrían, no gritan ni les privan de un sueño tranquilo y conciliador. Mañana será otro día, y, seguro, igual de tranquilo.
¿SABOR A NAVIDAD?
Pues, sí, y que no se pierda. Evidente que tendremos que acudir a principios de Fe y Esperanza, que son los únicos capaces de mantenernos en pie pase lo que pase.
El contenido de la NAVIDAD es tan rico que a los creyentes nos enriquece y fortalece, y nos alienta a seguir esperando. Más todavía. Nos estimula a pedir por los pobres y necesitados, y más por los que se van a ver privados de la modesta subvención de 462 euros. ¿Estas personas -incontables- pueden hablar de SABOR A NAVIDAD?
