Esta mañana tuve más que suerte, y fue en un hospital. Después de bastantes años sin vernos e intercambiar opiniones de toda índole, entre ellas las políticas y religiosas, pudimos navegar a placer y remar sin prisas ni complejos. Aguardar a que te llamen en una sala de espera para informarte de una analítica se hace tedioso y preocupante. Y ahí los dos, que acompañamos a nuestro familiar delicado de salud, repasamos casi diez años de avatares incontables, curiosos unos e insospechados otros. Mi interlocutor, hijo único, -podría decir amigo, pero no me atrevo por esta vez- acompañaba a su padre tremendamente delicado. "Tengo que acompañarle porque ves que está muy delicado, aparte siendo hijo único nadie puede sustituirme; que mis muchas ocupaciones aguarden, que mis principios son sagrados". Está claro que no le respondí. Pero me hubiera resultado muy fácil. ¡Olé tus principios y la educación que tus padres y profesores te dieron a lo largo de tu vida! Adelanto que este gran hombre tiene una Licenciatura y un Doctorado que bastantes ignoran.
Dejé que se explayara a sus anchas. Desde un principio aprecié que podía aprender de él que, en sólo 44 años de vida, ha pasado por todo, incluso por la calumnia más ignominiosa y perversa. Al final de nuestro encuentro fortuito se le escapó una frase que aprendí de memoria, y dice muchísimo a su favor y modestia: "He tenido la suerte de saborear el fracaso".
En estas páginas he hablado con cierta frecuencia de educar en valores. Hoy, y bien a la vista, tengo a un hombre especial, humilde, preparado, poco común, que en su persona y actitud cultiva esos valores en la persona de su propio padre. ¿Por qué vemos lo que a simple vista se aprecia en las residencias de mayores...? ¿Es que no tienen hijos que les visiten...?
"¿Fracaso?" De verdad que te veo muy grande, amigo X, y hoy más que nunca. No por tus carreras,-que puedes presumir de ellas-, sino por tu actitud humana tan poco frecuente y palpable en infinidad de casos. Te felicito de corazón, y también, -no puedo olvidarlo- por esa devoción a tu Virgen de la Paloma que te acompaña a todas partes. Ella también está al lado de tu querido padre.
Espero verte pronto. Continuaré escuchándote...
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