7 feb 2010

EL HAMBRE

Seguro que todos coincidís conmigo. El hambre es una palabra horrenda hoy y en todos los tiempos. Y no es que nos sorprenda de buenas a primeras. Claro que no. Si existe la conciencia, y estamos seguros de que existe, hemos de abrirle paso. La conciencia, dice el Concilio Vaticano II, es "el centro más secreto del hombre, el santuario en el que se encuentra a solas con Dios y oye su voz". (Gaudium et Spes,16).

No es necesario acudir a testimonios o reportajes que nos rubriquen el hambre en nuestros días. Bien cerca y recientes se oyen los gritos de Haití, y más después del terremoto que ha asolado a toda la población de Puerto Príncipe. No hace falta ir tan lejos a contemplar el rostro macabro e inmisericorde del hambre. Décadas enteras e incontables han situado el hambre en el tercer mundo. Sabemos que abarca mucho más espacio. Hambre y pobreza siempre han caminado de la mano. Y así las veremos, mientras la conciencia del hombre, nuestras conciencias, no tenga un encuentro serio y profundo con Dios, y dedique unos instantes a escuchar su voz.

No muy lejos de nosotros, en nuestra querida España, palpamos un fenómeno que dice relación directa con el hambre y la pobreza. Y es que ambas están yendo también de la mano del paro, caos de los dos últimos años. Hambre, pobreza, paro. ¡Qué espectáculo para nuestra conciencia! Parece increíble que hayamos caído tan bajo, que al lado de nuestros hogares haya familias, más de un millón, pasando verdaderos y atroces apuros para el sustento diario.

Además de a nuestra propia conciencia ¿a quién apelamos que erradique el hambre y la pobreza, y dé trabajo a esas manos suplicantes que lo merecen todo desde siempre?

Y ante esta imagen desoladora del hambre y brazos caídos por falta de trabajo…, optamos por mirar a otro lado, silenciando nuestra conciencia. Increíble que en nuestros días falte el pan –entiéndase en un sentido muy amplio- a millones de seres humanos.

Necesitamos de verdadera sensatez para que en un tiempo límite, todos unidos y aferrados a una verdadera conciencia solidaria, desterremos el hambre y la pobreza, y repartamos unos con otros el trabajo, sustento y pan de cada día.

Y, relacionado con el hambre en todo el mundo, ¿qué sentido tiene, si no, el día del ayuno voluntario, el viernes, 12 de este mes de febrero? Con toda contundencia, más afianzamiento de nuestra conciencia solidaria. Siguen oyéndose –y cada vez más- las palabras de Jesús: "… porque tuve hambre y me disteis de comer…".

Tapias y Asfalto, febrero de 2010.