15 feb 2010

TOMAR EN SERIO A LOS POBRES

Hace unos días presentaba el HAMBRE como tema horrendo de ayer y de hoy. Sobran las palabras para apreciar que es una lamentable realidad también en nuestros días. Esta vez, y a la entrada de la Cuaresma, cae en mis manos un escrito que lleva por título el de esta reflexión que me atrevo a presentar. Podría ser otro que tengo a la vista, tomado de un gran libro que abro con mucha frecuencia: "RICOS O POBRES ANTE DIOS". Es patente que los pobres los tenemos en todas partes y llaman de continuo a la puerta de nuestras conciencias. Por otra parte sabemos muy bien que el dinero, junto con el consumismo que en él se fundamenta, ha venido a constituir para muchos el sucedáneo de la auténtica religión. Al dios dinero se le rinde culto y se le sacrifica en su altar: trabajo y salud, principios morales, familia y amistad; todo, con tal de triunfar, tener apariencia social, poder de consumo, diversión y goce de la vida. Todos coincidimos en afirmar que el dinero y los bienes nos son necesarios para vivir. Tampoco podemos olvidar que no son la fuente de la vida ni está en ellos la clave y el secreto de ser persona. Sólamente el que ama y vive en solidaridad y apertura a los demás, y aquí están en primer lugar los pobres y menesterosos, que son multitud, tiene vida auténtica, y en definitiva, es feliz porque sabe entender la vida con sabiduría. Hablamos mucho y consumimos mucha tinta sobre el tema EDUCAR EN VALORES a nuestros hijos. En los colegios remarcamos estos valores, quiero pensar, junto con la educación para la ciudadanía. No puedo ocultar mi animadversión a tal educación de nuestros días. Lo importante, y no quiero salirme del tema, es que padres e hijos y educadores reservemos un plano primordial y destacado a los pobres. Los tenemos cerca de nosotros, llamando a nuestra puerta. Y los tenemos también, por millones, un poco más lejos, pero bien a la vista. Va siendo hora de tomar muy en serio a los pobres, si soñamos con tener un poco de dignidad como personas, y queremos vivir con la auténtica sabiduría. "El abismo que separa a ricos y pobres sigue creciendo de manera imparable". No podemos presentarnos ante el mundo ignorando a los más débiles e indefensos de la Tierra. "En los países ricos nos resultará cada vez más difícil escuchar la advertencia de Jesús: "No podéis servir a Dios y al dinero". Se nos hará insoportable".