17 dic 2009

OTRO MAL DÍA, Y SON MUCHOS...

Por mi educación y principios tengo que ser respetuoso con las personas. Y, aunque en el caso me cuesta horrores, seguiré siéndolo. Porque claro, llamar criminal a una persona, es muy serio y grave. Lejos de mí tildar a nadie de ese epíteto tan abyecto y repugnante. No, no puedo permitirme semejante calificativo para nadie. Yo no soy juez sino de mí mismo, y ya es suficiente. Pienso que mi lector ya ha adivinado por dónde voy, y más si se ha detenido en el título de mi escrito, OTRO MAL DÍA, Y SON MUCHOS. Pues sí, otra vez el tema del aborto en las Cortes, que si se aprueba, que si hay mayoría, que unos apoyan la ley y sin escrúpulos, que... Vamos, que esas criaturitas vienen al mundo, bueno, no llegan, sin el más elemental derecho a poder vivir. Y todo porque su madre no quiere ni le da la gana, y quien manda es ella y su santa voluntad. Y la criaturita que se calle, mejor dicho, ni tiene la oportunidad de hablar ni ahora ni nunca. Esto la madre. Y ¡ojo!, que no está sola. La acompañan y aprueban con sus votos unos cuantos señores y señoras de nuestro parlamento, elegido en su día por el pueblo. La verddad que no me cuadra nada. Y continúo perplejo, desconcertado y, tengo que decirlo, muy triste. ¿Es que no es para estarlo? ¿Qué culpa tiene ese niño de haber sido concebido? ¿Tanto hay que estudiar, tanto hay que saber de ciencias de la vida, para entender que eso que llamamos feto en el seno de una mujer es un ser vivo con más derechos que cualquier persona talludita y bien adulta?
Y pasarán más días, y seguiré no entendiendo a esos sabios que aprueban leyes que en mi pobre cabeza no caben. No, señores, queden tranquilos que no voy a juzgarles. Sus conciencias, tampoco digo que no las tengan, les pedirán cuenta muy severamente de esos votos afirmativos que están depositando en ese lugar que llamamos congreso o senado o lo que sea, pero que esa criaturita desde donde esté un día señalará muy severamente con su dedito inocente.
Y no me contento con este comentario tal como está escrito. Sé muy bien que en no pocos casos hay que acudir a las raíces de los hechos, del mismo embarazo. Que ya, por principio, se ha de dar a nuestros hijos una sana y correcta educación sexual. Los padres, los más apropiados, y si no se bastan que pidan ayuda a quien pueda auxiliarles en tarea tan importante y delicada. ¿Qué decir a nuestras adolescentes que van al colegio todavía y que... por error o cálculos inexactos advierten su embarazo a tan temprana edad? El SOS humano de las instituciones reclama una respuesta pronta y valiente. También las instituciones religiosas, cómo no. Y todos a prestar los auxilios debidos que no debemos negar a nadie. Todo tiene arreglo y solución, y más cuando hay una vida de pormedio, y a la vez se nos reclama un respeto y comprensión en situaciones tan delicadas. Todos, sin excepción, a salvar una vida que está en nuestras manos.
orbigosjusto@hotmail.com