19 feb 2013

UNA PALABRA SORPRENDENTE POR SUPERRICA...

La última vez comentaba muy brevemente sobre el comienzo de la Cuaresma; y mencionaba la palabra CONVERSIÓN que la Iglesia nos inculca a los creyentes. Y así un año y otro año para ser fieles al mensaje del Evangelio, que tiene y tendrá siempre vigencia, por ser Palabra de Dios.
Bien. Yo me temo que muchos, creyentes o no, no tengan una idea clara del significado -SUPERSIGNIFICADO- de la palabra o vocablo CONVERSIÓN.
Lo diré de manera bien sencilla para que incluso el más profano lo entienda suficientemente.
Conversión del hombre equivale a CAMBIO DE SENTIDO EN SU PROPIA VIDA.
Todos, mucho o poco, viajamos. A veces, y más de una vez, nos equivocamos de ruta o camino o autovía. Nada más darnos cuenta de que hemos tomado una dirección que no nos conduce a nuestro destino RECTIFICAMOS. Y tomamos las medidas para cambiar de dirección. Dicho con otras palabras, CAMBIAMOS DE SENTIDO lo antes posible y en el momento más oportuno.
Y de nuevo reemprendemos la marcha, después de cambiar de dirección o sentido.

CONVERSIÓN, en el sentido más simple y sencillo, pero muy rico por el contenido que encierra, es dar un cambio, verdadero cambio en el rumbo de la propia vida.
Nadie puede negar que el hombre, debido a su debilidad original, mientras viva, está propenso a equivocarse, a errar en su comportamiento. Y después de un examen serio, y más o menos profundo, advierte que debe cambiar de rumbo o dirección personal. Es decir: DEBE CAMBIAR EL SENTIDO O MARCHA DE SU VIDA, Y EMPRENDER UNA NUEVA DIRECCIÓN, QUE LE CONDUZCA A LA META QUE POR SUS PRINCIPIOS O FE ESTÁ DESEANDO...

Por eso nos enseñaron desde niños, con esta u otras palabras semejantes, que la Cuaresma PUEDE FACILITARNOS Y ORIENTARNOS A LA CONVERSIÓN PERSONAL.