Decir que fue toda una sorpresa significaría no engrandecer la imagen o estampa de aquel día. Así es y así fue. Las personas mayores de la Residencia “VALDELUZ” también celebraron el día 14 de abril “EL DÍA DEL LIBRO”. Ved cómo lo organizaron los directivos y auxiliares del centro. En un gran salón acomodaron a la mayoría de los residentes. Éstos, acomodados en sillas normales o sillas de ruedas, aguardaban a ser nombrados para acercarlos al micrófono con la ayuda de las solícitas auxiliares –muy explicable en el caso-. Con su folio y poema entre las manos, la mayoría temblorosos, impacientes y con gozo a la vez, aguardaban su turno. ¡Había que verlos, hombres y mujeres! Los poemas eran escritos por ellos mismos, algunos de autores clásicos, –henchidos de recuerdos y devociones, también de gratitud a todo el personal del centro (con nombres y apellidos). Se me hace difícil describir la estampa preciosa, humana, y colmada de ternura, que ofrecían nuestros mayores en este acto cultural y de reconocimiento a nuestras letras. ¿Quién podría imaginar hoy a nuestros mayores celebrando EL DÍA DEL LIBRO?
Bien, muy bien por los directivos del Centro o Residencia Valdeluz. Saben de sobra que no todo es cuidar el cuerpo, la salud –y más en edades tan avanzadas-. También velan –y qué bien lo saben interpretar- por ese espíritu esperanzador y más que humano de nuestros mayores, que se adivina en sus gestos, sonrisas y mirada. Nuestros mayores son el tesoro que nos guarda la vida y orienta el camino. ¿Por qué no decir hoy también que nos inculcan el verdadero camino?Son EL LIBRO ABIERTO, como personalmente llamo yo a mi madre en uno de mis poemas, el RETRATO mejor guardado. Iba a cumplir los 96 años. Permitidme que lo transcriba. Así lo di a conocer a nuestros Mayores de la Residencia Valdeluz de Alcorcón (Madrid), y con qué atención lo escucharon.
A DIARIO me miro en el retrato
de mi madre.
No es consejo
que en vida ella me diera;
es…, otro rezo.
Toco sus manos frágiles de piel
que dejan ver su sangre,
horno en silencio;
las miro y acaricio con mis manos.
Sus arrugas,
son muchas,
yo las cuento
por ser huellas de amor que no se borran
y entonan sinfonía de misterio.
Beso a mi madre entera,
y con mi abrazo y beso
luminosas corrientes de energía
trepan por mi cuerpo,
con ansia de acercarme a su persona,
rompiendo la barrera de ese cielo
que roba
para siempre.
Aquí y allá te veo,
y juego a las “distancias” a tu lado.
Quiero aprender de ti,
MI LIBRO ABIERTO.
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