23 ene 2011

APRENDER A SER AGRADECIDOS

Acabo de volver de un hospital de la Seguridad Social. Por razones humanitarias y familiares cuento ya más de doce meses visitando ese centro de salud. La vida viene y nos sorprende de una forma o de otra, con rasgos atractivos y, -muchas veces- con sorpresas desagradables, por no decir ingratas. Pero hay que afrontarla valientemente, y, los que hemos sido regalados con la Fe, con Esperanza y visión optimista. Cada día, y a la vuelta de la visita, me invaden infinidad de pensamientos de todo tipo, y uno por encima de todos. Veo enfermos que pasean por lo pasillos, solos o acompañados. Me doy cuenta también de que otros no salen de sus habitaciones porque ni pueden, y, -así es la realidad- ni podrán... En ese sector hay pacientes terminales, y con escasas posibilidades de salir adelante. Así es la vida, y así hay que verla queramos o no.

No, no es un cuento inventado. Es la realidad que aprecio diariamente o cada vez que visito ese hospital.
Hoy dedico unos instantes -mejor sería que dedicara bastantes más- a contemplar las imágenes de todos los días. Enfermos que son visitados. Enfermeras que se mueven de una parte a otra cumpliendo escrupulosamente con su cometido. Personas desconocidas que, según su presentación en las habitaciones, pertenecen a un voluntariado (del cáncer). Camareras que sirven las bandejas de las comidas con asiduidad y prontitud. Todo, absolutamente todo, maravilloso envuelto en humanidad, comprensión y servicio samaritano.

Desde mi reflexión, y en el silencio de mi casa, fuera ya del Centro de Salud -colmena de bondad y atenciones-, surge afortunadamente mi grito incontenible:
GRACIAS, SEÑOR, POR LO MUCHO QUE ME HAS DADO Y ME ESTÁS DANDO. GRACIAS PORQUE MIS ENFERMOS ESTÁN ATENDIDOS CON INMENSA DELICADEZA. GRACIAS PORQUE LAS ENFERMERAS Y AUXILIARES DISPENSAN MEDICACIÓN Y SONRISAS EN TODO MOMENTO. GRACIAS PORQUE EN ESE CENTRO SABEN MUY BIEN QUE CADA PACIENTE, MÁS GRAVE O MENOS GRAVE, CURABLE O INCURABLE, ES UNA PERSONA QUE SE SIENTE SEGURA, MUY SEGURA, POR EL TRATO QUE ESTÁ RECIBIENDO.

Gracias porque afortunadamente todavía -aunque a veces no pensemos así- hay personas que ejercen su profesión humanitaria con desvelos inmensos, dignos de gratitud y publicidad.

APRENDAMOS A SER AGRADECIDOS CON LOS QUE CUIDAN Y MIMAN A NUESTROS ENFERMOS DENTRO Y FUERA DE LOS CENTROS DE SALUD.