Hace once años titulaba uno de mis ensayos con las mismas palabras que encabeza el comentario de hoy: ¿SÓLO EN NAVIDAD? Por supuesto que era totalmente intencionado. Todo estaba relacionado con la buena, buenísima costumbre de llevar a los comedores de Instituciones Benéficas alimentos no perecederos, ropa en buen estado, o donativos que puedan "auxiliar" tantas demandas de gente necesitada de ayer y de hoy. Igualmente se nos invitaba a hacer otro tanto en los salones parroquiales de pueblos y ciudades de nuestro entorno. Y comentaba e interrogaba en aquel escrito sin rodeos y abiertamente: ¿Sólo en Navidad debemos pensar en los hombres y mujeres necesitados de pan, vestido, vivienda y trabajo? ¿Los derechos humanos y la solidaridad no cuentan más que en el tiempo de la Navidad? Y concluía sin ambages: ¿Acaso los hombres y mujeres de hoy no somos excesivamente mezquinos y olvidadizos?
Nadie pensaba hace diez años que más tarde -al día de hoy- íbamos a sufrir una crisis trágica, sangrante y perniciosa sin límite.
Estamos en vísperas de la NAVIDAD, o mejor, YA ES NAVIDAD. Hacemos nuestras compras, preparamos los regalos, o proyectamos planes y presupuestos más o menos recortados. Y está muy bien. La Navidad acarrea costumbres muy bonitas, familiares y desde siempre. Es una Fiesta Cristiana, muy profunda y por siempre de Feliz Recuerdo y Trascendencia. Y por eso la documentamos y preparamos con ilusión y entusiasmo. No por eso debemos olvidar deberes de solidaridad, inseparables de nuestra Fe y Creencias. Sabemos muy bien que hay en nuestro entorno miles de familias en el paro, desesperadas porque no encuentran trabajo, sin ahorros...
Está claro que la NAVIDAD llama a nuestras conciencias en todo y para todo, y más en estos momentos de angustia, penuria y desesperanza que envuelven tantos hogares y personas. La crisis o desolación está ahí, tal vez en el portal de nuestros pisos, sin necesidad de salir a la calle a encontrarla.
Celebremos la NAVIDAD EN FAMILIA. AGRANDEMOS LA FAMILIA, AUNQUE NO FUERA NAVIDAD.
