¿TIJERETAZO A LA IGLESIA?

Es lo que le faltaba a nuestro Gobierno, HACER UN RECORTE A LOS INGRESOS QUE TIENE LA IGLESIA, gracias a la crucecita que ponemos en nuestra declaración anual. A los ricos..., pensionistas..., banca..., Pobres! Así de claro, a los pobres y parados. A los que se colocan en fila diariamente en los despachos parroquiales de Cáritas, o centros asistenciales de la Iglesia, y les ayuden para poder comer, o vestir, o comprar un medicamento... Ah, y no nos olvidemos de que la Iglesia no examina ni escudriña ideologías de los que piden o mendigan a sus puertas. A la Iglesia le da igual, todos le importan, aunque sabe muy bien, de sobra, que entre ellos hay sociliastas, de izquierda unida, o de cualquier otro partido. Todos son hijos de la Iglesia, y todos, sin excepción, deben ser atendidos.
¿Es posible que entre los políticos, de renombre o en la penumbra, haya quienes piensen y propaguen recortar los ingresos de la Iglesia? Ver para creer. Los tales ideólogos -por no darles otro nombre, el que se merecen- ¿han pensado alguna vez en que la Iglesia lo único que hace con sus ingresos es dar un bálsamo a esos heridos, dignos de toda atención, a causa del paro o despilfarro del mismo Gobierno? Ahora toca recortar gastos... ¡Qué bien! Y a empezar por los que menos tienen, mejor, no tienen nada, y lo poco que tienen -entre éstos la Iglesia- a quitárselo para hacer frente a los errores económicos y sociales cometidos desde hace años... ¡Qué inteligente nuestro Gobierno y sus Asesores! Y toca alardear de recortes, tijeretazos, recaudación..., y, cómo no, a propagarlo en la NORIA, - COMO ALGUIEN SE HA ATREVIDO A LLAMAR: "LA POCILGA DONDE HOZAN ALGUNOS POLÍTICOS... DE NUESTROS DÍAS".
Para echarse a llorar. La Iglesia tiene una misión muy definida, la Palabra y el Amor, henchidos de humanismo y caridad a favor de los más necesitados, tengan la ideología que sea. Por favor, dejemos a la Iglesia que distribuya los bienes espirituales, y los materiales que sea capaz de recaudar; sabe muy bien cuál es su misión, encomendada y recalcada por su Cabeza, Cristo Jesús, para todos los tiempos y momentos de la historia.

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