18 feb 2010
UN MILLÓN DE FAMILIAS EN EL PARO
Con bastante frecuencia comento con mi familia y amigos esta triste, tristísima y espeluznante realidad: UN MILLÓN DE FAMILIAS EN EL PARO. Para no creer adónde hemos llegado en los últimos meses. Para llorar y entristecernos sin posible consuelo humano. No, no voy a insultar a nadie. No es mi estilo, ni lo será jamás el insulto. Respeto ideologías y credos. Respeto todo menos el atentar contra los derechos humanos, la dignidad de la persona y cuanto acarrea esa dignidad como es el derecho a la vida, al trabajo y al sustento justo y necesario para vivir dignamente. Es lógico que se me pregunte que por qué mi grito a todos los vientos reivindicando todos los derechos humanos desde la vida hasta el sustento justo y digno de una persona. Mi respuesta es fácil y está en consonancia con las publicaciones de la prensa diaria. Baste como cita la referida al Ministerio de Igualdad de Bibiana Aído, a través del Instituto de la Mujer, que "continúa dilapidando cientos de miles de euros destinados a la "realización de investigaciones relacionadas con estudios feministas, de las mujeres y del género". Esta es la noticia, tal como está escrita a última hora. Ahí también va a parar el dinero del contribuyente, paciente, sacrificado y aterrorizado, que se resiste a creer en el destino de parte de su aportación como ciudadano. ¿Y todos tan contentos y sumisos? De ninguna manera. Todos llorando y lamentando que haya un millón de familias en el paro, sin poder trabajar -sabe Dios cómo se arreglarán para comer y vestir-mientras "otros" destinan dinero, "cientos de miles de euros" a fines absurdos, innecesarios, y más que provocativos a una clamorosa protesta. ¿Tan poco importan esas familias y millones de seres humanos sin empleo y brazos caídos? ¿Dónde han arrinconado la ética o derechos humanos? ¿Estaremos envueltos en un sueño maldito que al amanecer comprobaremos que todo era un sueño? Desgraciadamente palparemos, lo estamos lamentando desde hace mucho tiempo, que es una injusta e inhumana realidad. ¿No es para seguir temblando horrorizados ante los hechos visibles día tras día?
