Claro que me refiero a la Fe cristiana. Todos, mayoría, fuimos bautizados ya en la infancia y era el primer deseo y propósito de nuestros padres y abuelos. Nos ponían las pilas para la vida cristiana nada más nacer. Y tan contentos dando gracias al Señor por el ingreso en la Vida de la Iglesia. El tiempo avanza y, desgraciadamente, me atrevo a decir con los debidos respetos si alguien se siente ofendido, opino que a peor. Partiendo de la base fundamental de que la Fe es un Don y Regalo de Dios, y que es un verdadero privilegio recibir esa Fe desde el día de nuestro Bautismo, es lógico pensar -contra toda opinión, por respetable que sea- que perder la Fe es una auténtica desgracia. Sin Fe en el plano natural y trascendente no se puede vivir. Es más, hasta los mismos valores de la vida pierden su radicalidad y proyección. Y vivir una vida sin valores, apoyatura de la misma convivencia, no puede conducir a buen término. La Fe, formada debidamente, abre caminos, fomenta la solidaridad y humanismo, ayuda a los hombres a convivir con dignidad, respeto y aprecio mutuo. La Fe en las pruebas de la vida, y todos las tenemos o tendremos en un futuro, fortalece y da esperanza para seguir luchando por una meta segura e inequívoca.
Y volviendo a la pregunta, ¿por qué se pierde la Fe?, pienso que es un tema preocupante y muy serio. Es preciso reflexionar, indagar, y, si uno solo no se basta, consultar. Sin Fe no se puede ni se debe vivir. Necesitamos de ella urgentemente más que el respirar. La persona y su dignidad es algo muy serio y excelso que ha de estar apoyada en una base sólida, capaz de dar sentido a la vida. Sin la Fe, que se puede haber perdido, ¿qué sentido gratificante puede tener la vida de cada ser humano? Hoy pululan muchos grupos, asociaciones, colectivos con los nombres más dispares. Todos con afán de socializar o ideologizar; todos, no dudo de su buena voluntad, con fines más o menos discutibles, pero sin base sólida y probada. Inventar siglas no resulta difícil; hacer grupos o grupúsculos, tampoco. Ir de camino guiados de una Estrella es más que plausible y seguro. La Estrella, sin lugar a dudas, es la Fe desde el comienzo de nuestra existencia, cuyos intermediarios fueron nuestros padres y abuelos. A ellos nuestra gratitud.
