I. ATÓNITO el ángel
deja caer su voz ante María,
postrada en oración de escucha.
Es la pausa que acorta, la que guía
siglos de espera.
Franqueas las compuertas de la vida
en gesto de humildad
y valentía.
Arropada en silencio y fe
pronuncias tu palabra
FIAT.
II.
Y se alejan las sombras más oscuras
y el hombre ya gozoso respira
seguro de sí mismo.
La noche mira al día
y desde el alba
revive una esperanza ayer perdida.
La duda pertinaz de los humanos
desvanece
y disipa
y da paso a los rayos del sol,
portavoz de conquista.
III.
Se acabó la orfandad y la nostalgia.
Presente está María
y el hijo alborozado
desbordando de amor y fresca brisa.
Ya quebraron las olas y los vientos,
los hombres en copiosa letanía
sin distinción de razas y países
te aclaman
AVE MARÍA.
IV.
Te hiciste la esclava,
la sierva del Señor favorecida
sin apartar los ojos del dolor.
Presente en la agonía
del hijo,siendo madre
y caudal de agua viva.
Entendiste el destino en la penumbra
y curar de los hombres sus heridas.
Tu pasión, la del hijo,
de profundo misterio y sin medida;
auxiliaste a los hombres, emboscados
en la otra orilla.
V.
A ti acudo, Señora,
porque tú eres María,
la del sí
y el silencio,
de amor herida.
Tu ternura me basta,
estrella y guía,
que ordenas a los astros
dar luz a mi camino cada día.
Con ansias de vivir
fío en tu amor y presto me bendigas.
