Copio literalmente la PRESENTACIÓN de mi cuaderno, fechada en junio de 1999. El título lo tienes en el encabezamiento.
A quienes nos cayó en "suerte" ver la luz del día en una zona rural, en pueblos cuyo sustento era la agricultura doméstica, fruto -nunca mejor dicho- de la mano del hombre más estricta y sacrificada, nos apetece volver la mirada atrás. Y no es cobardía, como pudiera interpretarse. Es una exigencia de la vida misma. Queremos recordar, escudriñar, aprender de nuestros maestros, los mayores. Empuñar la mancera del arado, o abrir las compuertas para dejar correr el agua cristalina y fresca del río o del arroyo por las acequias comunales, no es ningún placer que hoy nos apasione. Afortunadamente la memoria va más lejos. A la vez que acariciamos las faenas del campo, como la siembra o la trilla, contemplamos en verdadera panorámica la naturaleza virgen o en sementera, aliada con el cielo que la riega, la auxilia en el desarrollo y la alienta a madurar.
Abrir los surcos es la primera faena del hortelano. Luego vendrá la semilla, selecta y limpia, que dejará caer en lo más profundo de aquéllos...
"ABRIENDO SURCOS" es un conjunto de poemas transparentes, nacidos de la "misma tierra", la tierra humana, expuesta a las eventualidades del tiempo: hoy llueve o hace frío; mañana hará sol y dorará la espiga; al otro...
Que el lector visite su propia "parcela", su "huerto", y vea qué puede esperar de ella.
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