3 dic 2011

¿CON LAS AGUAS MÁS CALMADAS?

Pienso que sí. Han transcurrido suficientes días para que caminemos en busca del sosiego y la esperanza. Las protestas en algunas regiones se dejan oír, pese a que los promotores sigan con su tozudez de no reconocerse culpables del desastre del solar común desmoronado y escombrado. No desesperemos; algún día, más pronto que tarde, reconocerán que con la mentira y la rapiña no se llega muy lejos. Recordemos una vez más a Cicerón (hace 2.064 años) que nos legó algún consejo muy a propósito de nuestro momento actual. "La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado". Su consejo -creo yo-, está al alcance de toda persona honesta, de buena voluntad, y con ganas de ayudar al prójimo, que lo componemos todos los humanos. Ayer leía un comentario sobre la aparente ausencia de Dios en circunstancias concretas de la vida. Sí, de ese Dios del que pasan bastantes "personajes" de ayer y de hoy, y que se toman la vida con cierto egoismo, buscando su propio interés, al amparo de un reprobable sectarismo. Leía: "...Un mundo en el que hay tanta injusticia, tanto sufrimiento de los inocentes y tanto cinismo del poder, no puede ser obra de un Dios bueno. El Dios que tuviera la responsabilidad de un mundo así no sería un Dios justo y menos aún un Dios bueno". Y más adelante -para consuelo de los que tenemos FE-, leía también: "...Dios es justicia y crea justicia. Éste es nuestro consuelo y nuestra esperanza".

Claro que debemos seguir esperando. Nuestro voto y constancia avala la esperanza, aunque sea muchas veces contra toda esperanza. La meta se vislumbra. La luz de las estrellas cada día que pasa ilumina más el camino. Esta vez los informativos dicen la verdad, que las aguas se van calmando, que estamos en buenas manos.