7 abr 2012

MIRAR AL CRUCIFICADO

La Virgen María, su Madre, y todos los creyentes hoy, de manera particular, miramos sin parpadear al Hijo de Dios, Cristo nuestro Salvador y Redentor. Los mismos pasos de la Semana Santa, en todas los pueblos y ciudades, nos impactan y ayudan a reflexionar y a ejercer nuestra Fe esperanzados en Él, llenos de confianza. "Desde ese rostro apagado por la muerte, desde esos ojos que ya no pueden mirar con ternura a pecadores y prostitutas, desde esa boca que no puede gritar su indignación por las víctimas de tantos abusos e injusticias, Dios nos está revelando su "amor loco" a la Humanidad". "Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él". Podemos acoger a ese Dios y lo podemos rechazar. Nadie nos fuerza. Somos nosotros los que hemos de decidir. Pero "la Luz ya ha venido al mundo". Y ahora la pregunta que debiera inquietarnos, y que reclama una respuesta seria y sin paliativos -y mejor hoy que mañana, que puede ser ya tarde-, ¿por qué tantas veces rechazamos la luz que nos viene del Crucificado? Él podría poner luz en la vida más desgraciada y fracasada, pero "el que obra mal... no se acerca a la luz para no verse acusado por sus obras". Y con relativa frecuencia no queremos mirar al Crucificado..., ni siquiera mirar esas imágenes impresionantes que desfilan por nuestras calles y plazas, y optamos por seguir sentados en las terrazas mirando hacia otro lado para no ser interpelados... Preferimos la oscuridad y no la Luz del Crucificado.
Busquemos con la mirada y el corazón al Crucificado. El nos ayudará a vivir en su luz.
También la Virgen María, su Madre y Madre de toda la Humanidad, hoy, desde su Soledad, intercederá por todos nosotros para que veamos la Luz que tanto necesitamos.
Acompañemos los Pasos de nuestros pueblos y ciudades. Son momentos oportunos de confirmar nuestra Fe, y de ver de una vez por todas "los brazos de Dios abiertos para acoger , abrazar y sostener nuestras pobres vidas, rotas por tantos sufrimientos".
Y ya esta noche, de madrugada, estaremos dispuestos a celebrar el Triunfo de Cristo, y el nuestro, LA PASCUA Y LA RESURRECCIÓN.